Título: Entre tonos de gris
Autora: Ruta Sepetys
Carácter de la obra: novela
Editorial: MAEVA
Año de publicación: 2011
Número de páginas: 287
ISBN: 978-84-15120-25-4
Traducción a cargo de Isabel González-Gallarza
Precio: 16,90€
Ruta Sepetys nació en Michigan, Estados Unidos, en una familia de artistas, lectores y amantes de la música. Estudió Finanzas Internacionales en Hillsdale College, y una vez graduada se fue a vivir a París. Años más tarde se trasladó a Los Ángeles donde empezó a trabajar en una industria de música. Finalmente fundó su propia productora en Nashville donde reside actualmente. Su padre, un refugiado lituano, fue quien le inspiró y le animó a publicar su primera novela Entre tonos de gris. Esta obra de ficción histórica es un homenaje a las miles de víctimas que sufrieron la ocupación soviética de los Estados bálticos de Lituania, Letonia y Estonia durante el reinado de Stalin entre 1941-1954.
Me imaginé que levantaban una alfombra y en mi cabeza vi una enorme escoba soviética barriéndonos debajo. [Pág. 30]
Todo comienza la noche del 14 de junio de 1941 en Kaunas, Lituania. Lina, una jovencita quinceañera con un talento increíble para dibujar, se había sentado en la mesa de su habitación para escribirle una carta a su prima Joana cuando unos golpes estruendosos provenientes de la puerta principal le hacen saltar de la silla. Agentes del NKDV (la policía secreta soviética) habían irrumpido en su casa con fusiles en mano. La razón: ella y su familia estaban en la lista de personas consideradas antisoviéticas. En un abrir y cerrar de ojos, le arrebatan su casa y le arrojan junto a su madre Elena, su hermano pequeño Jonas y otros refugiados a uno de los muchos vagones de un tren utilizado para transportar ganado del que cuelga un cartel que dice “Ladrones y prostitutas”. Como animal llevado al matadero, como criminales encarcelados sin delito, emprenderán un viaje de 440 días que desde Lituania les llevará primero a los campos de Siberia y después al Polo Norte. Días antes se habían llevado a su padre, Kostas Vilkas, quien permanecerá en paradero desconocido a lo largo de toda la historia. La esperanza de volver a reunirse algún día con él es lo que les mantendrá con vida.
No dejes de pensar en tu padre y en nuestra casa. Tenemos que mantener vivo ese pensamiento en nuestros corazones. Si lo hacemos, volveremos. [Pág.89]
Durante el trayecto comparten vagón, o mejor dicho “fosa común”, con medio centenar de personas. De entre ellas, destacan: Ona, una mujer a la que deportaron con su bebé nada más dar a luz y a la que matan de un disparo al quedar sumida en la tristeza y perder el control por la muerte de su hijo; Rimas, una bibliotecaria culta y con conocimientos; el señor Stalas, un coleccionista de sellos que solo sabe ver el lado negativo de las cosas, un hombre desagradable, egoísta, gruñón y desagradecido que solo ansía la muerte incapaz de soportar tanto sufrimiento; la profesora Grybas y Andrius Arvydas, un joven de la edad de Lina con quién compartirá una gran amistad, un chico de gran corazón que junto a su madre aprovecharán su desgracia para mantener a otros con vida. Personas que dejarán huella en el corazón de Lina y de su familia.
El libro se divide en dos grandes bloques. El primero lleva por título “Ladrones y prostitutas” y recoge el primer trayecto que va desde Lituania a Siberia pasando por Bielorrusia y Rusia. En ese tramo se respira histeria y pánico. En medio de un caos indescriptible separan a las familias y muchos son vendidos como mercancía. Los niños gritan y las madres suplican.
¿Se han preguntado alguna vez cuánto vale una vida humana? Aquella mañana, el precio de la vida de mi hermano fue un reloj de bolsillo. [Pág. 33]
Una vez en los campos de Siberia, trabajan las 24 horas del día ya sea cavando hoyos o plantando remolachas. Solo una vez cumplida su labor tienen derecho a trescientos gramos de pan. Con la llegada del invierno se realiza un nuevo traslado, esta vez al Polo Norte dando así paso al segundo bloque del libro “Hielo y cenizas”. Además de volver a quedar presos en la oscuridad y en la suciedad del vagón, Lina tendrá que separarse de Andrius, su mejor amigo con el que empezaba a compartir algo más que una simple amistad. En el nuevo campo de trabajo tendrán que construirse una cabaña con palos, piedras y musgo para sobrevivir al invierno, mientras los agentes de la NKDV descansan en una choza de madera, bien alimentados y con estufa. Pocos sobrevivirán a la Noche Polar. El viento, la nieve y la tormenta traerán enfermedades como la disentería, el tifus y el escorbuto a las que se unirá la debilidad, la desesperanza y la nostalgia. Lina y su familia tendrán que luchar por combatir la muerte de la que su madre, mujer de una bondad y un amor rebosante, no se librará.
Lina y su hermano Jonas se verán obligados con prontitud y celeridad. Perderán la noción del tiempo, no sabrán dónde ni porqué están donde están. En esos días de desamparo, de tristeza y de sueños rotos verán de cerca la muerte, y experimentarán sentimientos de angustia, miedo y desesperación, pero sobre todo… odio.
Los odiaba, a los agentes del NKVD y a los soviéticos. Planté una semilla de odio en mi corazón. Me juré que crecería hasta convertirse en un árbol inmenso cuyas raíces los estrangularían a todos algún día (…) ¿Cómo podíamos defendernos si todo el mundo estaba muerto de miedo y se negaba a hablar? Yo no pensaba callarme. Lo escribiría todo, lo dibujaría. Ayudaría a papa a encontrarnos. [Pág.55]
Lina sueña con ser una artista como Munch. En los momentos de penuria, de pánico y de agonía encuentra en sus dibujos una vía de escape, una fuente de esperanza, una gota de optimismo. De los trazos se desprende ira, odio, miedo y rabia incontrolada. Consciente de que ser descubierta le acarrearía la muerte, armada de valor, lo escribirá y lo dibujará todo siempre que tenga ocasión con la esperanza de que algún día sus dibujos caigan en manos de su padre, de ser así, él los reconocería enseguida y haría lo posible por reunirse de nuevo con ellos. Después de doce años deportados, esos dibujos grises sin apenas color hablarán en nombre de todas aquellas personas, víctimas de las atrocidades de Stalin, que sufrieron y perecieron en silencio.
Esta conmovedora historia narrada por la voz de Lina nos muestra como a una persona se le puede arrebatar la dignidad, la libertad, la intimidad y el respeto, pero nunca, la esperanza, la fortaleza del espíritu y las ganas de vivir.
(…) Era lo único sobre lo que no tenía dudas, nunca: quería vivir. Quería ver crecer a mi hermano. Quería volver a ver a mi patria. Quería ver a Joana. Quería volver a sentir el aroma de las lilas que la brisa traía hasta mi ventana. Quería pintar en los campos. Quería ver a Andrius con mis dibujos. En Siberia solo había dos escenarios posibles: el éxito significaba sobrevivir; el fracaso significaba morir. Yo quería la vida. Quería sobrevivir. [Pág. 264]
Entre tonos de gris narra una historia cruel e injusta, a la vez que enternecedora y apasionante. Por medio de unos personajes de ficción, Ruta Sepetys nos describe la inhumana experiencia que vivieron miles de lituanos atrapados entre el imperio soviético y el imperio nazi. Con una prosa sencilla y brillante la autora traslada al lector al lugar de los hechos. A base de frases cortas, numerosos diálogos y descripciones minuciosas y detalladas, el relato adquiere tal realismo que pone al lector en la piel de los protagonistas. Sufrirás con sus desgracias, llorarás sus pérdidas y te complacerás de sus alegrías. Ruta Sepetys compensa las escenas de sufrimiento con pequeñas alegrías. Nos muestra así que, en condiciones inhóspitas como las que vivieron los deportados a campos de trabajo de Siberia, siempre queda hueco para la amistad, la generosidad, la amabilidad, la unión familiar, el sentimiento religioso, etc. El empleo de un lenguaje ágil y sencillo, así como los pequeños fragmentos intercalados a lo largo de todo el relato a modo de feedback, facilitan el ritmo de lectura.
En mi opinión, si hay algo que podría mejorarse, es el final. La autora parece precipitarse al final del libro. La última página a modo de carta resume lo que podían haber sido uno o dos capítulos. Sabemos cómo acaba pero no cómo llegan los personajes al epílogo. Pero aun y todo, resulta una historia fascinante que merece la pena leer.
Para lograr esta magnífica novela, Ruta Sepetys ha llevado a cabo un intenso trabajo de investigación, que incluye entrevistas con familiares e historiadores, con superviviente de las deportaciones, con psicólogos y funcionarios del Estado. Para recopilar toda la información viajó dos veces a Lituania. Con esta novela, dirigida a todo tipo de público y para todas las edades, Ruta busca despertar la compasión por el género humano y nos enseña que el amor es el arma más poderosa. La gente que sufrió la tortura de Stalin demostró que hay luz hasta en la noche más oscura.
-Andrius…tengo miedo.
Se detuvo y se volvió para mirarme.
-No. No tengas miedo. No les des nada Lina, ni siquiera tu miedo. [Pág. 201]