La escritura es como el noviazgo; una etapa en la vida que te lleva a pensar, a madurar, a aprender, a rectificar, a comunicar… pero sobre todo a amar. En el noviazgo uno da y recibe, en la escritura uno aporta y aprende, y todo ello por amor, ya sea amor a una única persona en el primer caso o amor a un único saber, este es, el verdadero, en el segundo. Escribir, decía Jaime Nubiola, es “poner en limpio lo que pensamos”, del mismo modo, el noviazgo es manifestar lo que sentimos. Uno puede pensar que nada tiene que ver lo uno con lo otro puesto que el pensamiento se almacena en el cerebro y el sentimiento en el corazón. Pero quien piense así se equivoca; son dos órganos a distancia pero conectados. Conectados e interdependientes por la simple razón de que al escribir uno pone la cabeza en el corazón, y por tanto ama lo que piensa y lo que escribe; y viceversa, al salir con alguien dejas que esa persona a la que amas entre a formar parte de tu relato, de tu historia personal.
El noviazgo se edifica sobre tres pilares básicos e imprescindibles, los mismos que sustentan el edificio de cualquier escrito, y estos no son otros que principio, desarrollo y fin. Antes de explicar las razones de este armazón, expondré brevemente los tipos de géneros que se pueden distinguir en el noviazgo:
El noviazgo de planificación: este tipo de género no puede llamarse propiamente “noviazgo”. Es aquella etapa en la que los novios “en potencia” realizan un índice definitivo de cómo se imaginan que será su chico/a ideal antes de comenzar a escribir su historia personal: si tendrá mucho carácter, poco o nada; si será divertido/a o más bien serio/a; de pelo rubio o moreno…etc. Ambos buscan pero nunca encuentran porque andan a la caza de una presa que no existe. Viven “ennoviados con un ideal”.
El noviazgo de las anotaciones: al igual que el primer género, no puede llamarse propiamente “noviazgo”. Es la etapa en la que ni él ni ella planifica un índice, como el escritor que escribe sin tener nada que decir y solo deja caer una “lluvia de ideas”. Salen a la calle para fichar, y con el tiempo y mediante la observación, ver si alguna persona valdría o no la pena. Anotar consiste aquí en ir guardando en la memoria pequeños detalles buenos o malos que se van observado al mirar a las personas que te atraen: si te gusta o no su forma de vestir, de hablar, de actuar….en definitiva, de ser. Pero el problema es que nunca deja de llover ¿Por qué? Porque no se atreven a coger una de esas gotas de agua y hacer de ella un mar. Espera y esperan… y se acaban ahogando en su propia lluvia.
El noviazgo de las citas: a este tipo de género lo llamaría yo “alergia al compromiso”. Consiste en citarse con una persona unas cuantas veces con el único objetivo de divertirse, la gente piensa que entre los dos hay algo, pero no, como quien se va de copas, ellos se van “de citas”. Y lo peor de todo es que se comportan como si hubiera compromiso cuando en realidad de ninguna boca salió “yo quiero salir contigo”, todo se da por hecho, incluido que mañana él o ella estará con otro/a y ambos se comportarán como si no se hubieran visto. “Novios por un día”, una cita que ha servido para todo menos para conocerse, solo para archivarla en un cuaderno de notas con todas las demás.
El noviazgo borrador: este tipo de género destaca por su extensión. Es el polo opuesto a noviazgo de las citas. Ambos saben que la cosa no funciona, que algo falla, pero por miedo a tirar un folio a la basura en el que tanto tiempo habían invertido, tratan de alargar una historia que nunca pasará a limpio. Es una etapa que durará lo que dure el borrador.
El noviazgo de diseño: ambos buscan a un hombre o a una mujer que tenga dos condiciones: que sea guapo/a y con dinero. Acabas queriendo al otro por lo que tiene y no por lo que es, por el número de libros publicados y no por la calidad del contenido.
Por último, el noviazgo definitivo: este es un género especial. Muchos lo desean, pero pocos consiguen el Premio Nobel de Literatura porque requiere tiempo, esfuerzo y buenas disposiciones. Es igual que el resto pero diferente a todos. Me explico. Se asemeja en que para ser definitivo ha tenido que pasar por la planificación realizando un índice provisional y no concluyente, por las anotaciones fichando muchas y apostando por una, por las citas para profundizar en el conocimiento del otro, por el borrador para darse a conocer como persona y ver si con el tiempo puede pasarse a limpio, y finalmente por el diseño, porque una vez impreso te das cuenta de que lo que has conseguido es un tesoro guapo por dentro y rico en virtudes, que destaca por lo que añade y no por lo que adorna. Es un noviazgo que sabe pasar por todas las etapas sin estancarse en ninguna, que se escribe “sin prisa pero sin pausa”. Se diferencia en que es el único que no se derrumba porque no se sustenta en uno sino en los tres pilares mencionados al comienzo:
-Principio: tiempo para planificar y anotar.
-Desarrollo: tiempo para las citas y un borrador en limpio.
-Fin: hora de publicar el texto definitivo y dejar paso a las nuevas ediciones, tantas como sean necesarias.
¿Cuál es el secreto? Escribir despacio y producir desde el principio un texto “definitivo”[1]. Ahora bien, esto no quita que un texto que comenzó a escribirse con vistas a ser publicado pueda quedarse en un mero y sucio borrador, o que algo que comenzó en noviazgo acabe en amistad, porque si no merece la pena “noviazgo empezado noviazgo terminado”[2]. Se puede dar una segunda oportunidad y tratar de reescribir un texto, pero si aún y todo quedas insatisfecho no hay que perder el tiempo, ni engañarse diciéndose a uno mismo “esto no me gusta de él pero yo lo cambiaré”, de lo contrario lo pagarás después cuando veas que tu texto, -sí, ese que con tantos adornos y palabras rimbombantes pensaste haber cambiado-, está publicado pero con cero ventas, sin beneficios, porque trataste de hacer de una hoja en sucio sin contenido una publicación de éxito ¿Y qué obtuviste como resultado? Una publicación inverosímil de la que te deshiciste mediante la separación o el divorcio para no volver a saber más de ella: todas esas ilusiones, ideas, recuerdos, sueños, alegrías… caen en saco roto. Se puede hacer que una persona mejore, que cambie en determinados aspectos, pero no se puede hacer de una persona otra. Con una misma idea se puede escribir una novela o una poesía, pero una vez escrita la novela no se puede decir que es poesía. Hay que saber zanjar porque lo que no perfecciona degrada, lo que no te hace crecer te decrece. Es más fácil y menos doloroso destruir un borrador que una publicación.
Muchos piensan que la distancia destruye el amor, cuando en realidad pone a prueba y refuerza la calidad del relato. Con la escritura yo aconsejo mantener un noviazgo a distancia, noviazgo para amar el saber y a distancia para dejar sitio a la preparación y al reposo. De ese modo lo amarás más cuando lo vuelvas a ver.
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